La galaxia de Andrómeda y la Vía Láctea: Un choque anunciado

 La galaxia de Andrómeda es la más cercana a nuestra galaxia, la Vía Láctea, y también la más grande y brillante del Grupo Local, un conjunto de unas 40 galaxias que comparten el mismo espacio cósmico. 

Ambas galaxias se atraen mutuamente por la fuerza de la gravedad y se acercan a una velocidad de unos 120 kilómetros por segundo. Esto significa que, tarde o temprano, acabarán por colisionar y fusionarse en una nueva galaxia, posiblemente de forma elíptica.



Pero ¿Cuándo ocurrirá este cataclismo cósmico y qué consecuencias tendrá para nuestro sistema solar y para la vida en la Tierra? Los astrónomos llevan décadas estudiando este escenario con ayuda de telescopios, simulaciones y cálculos. Gracias al telescopio espacial Hubble, se ha podido medir con precisión el movimiento y la distancia de Andrómeda, así como el tamaño y la forma de sus halos de gas, que son las envolturas que rodean a las galaxias. Estos datos han permitido estimar que el primer contacto entre los halos de ambas galaxias ya se ha producido, y que la colisión frontal tendrá lugar dentro de unos 4.500 millones de años .

Esta colisión será un espectáculo impresionante para quien pueda observarlo desde la Tierra. A medida que las galaxias se acerquen, Andrómeda ocupará cada vez más espacio en el cielo nocturno, hasta llegar a eclipsar a la Vía Láctea. Entonces, las fuerzas gravitacionales empezarán a deformar y retorcer las estructuras espirales de ambas galaxias, creando puentes de estrellas y gas entre ellas. También se producirá un aumento de la formación estelar, debido al choque entre las nubes interestelares. Finalmente, tras varios encuentros cercanos, las galaxias se fusionarán en una sola, que los astrónomos han bautizado como Lactómeda o Milkomeda.

¿Qué pasará con nuestro sistema solar durante este proceso? Lo más probable es que no sufra ningún daño grave, ya que las distancias entre las estrellas son muy grandes y las posibilidades de una colisión directa son muy bajas. Sin embargo, es posible que el sistema solar sea expulsado de su posición actual y lanzado a una órbita más lejana o más cercana al centro de la nueva galaxia. Esto podría afectar al clima y a las estaciones de la Tierra, así como a la estabilidad de las lunas de los planetas. También podría haber un aumento de la radiación cósmica y de los impactos de asteroides, lo que supondría un riesgo para la vida .

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que 4.500 millones de años es un tiempo muy largo en términos humanos, pero muy corto en términos cósmicos. Para entonces, el Sol habrá consumido gran parte de su combustible nuclear y se habrá convertido en una estrella gigante roja, mucho más grande y caliente que ahora. Esto provocará que los planetas interiores, incluida la Tierra, sean engullidos o queden inhabilitados para la vida. 

Así pues, la colisión entre Andrómeda y la Vía Láctea será un evento irrelevante para nuestra especie, a menos que logremos colonizar otros mundos más allá del sistema solar.

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